A continuación uno de los artículos en los que plasmamos nuestra
preocupación al respecto desde hace ya dos años y que fue publicado in Forbes-México[1]
el 7 de Octubre del 2013:
México: Vulnerabilidad y Credibilidad
“Desequilibrios y
pérdida de credibilidad aumentan la vulnerabilidad ante un ataque especulativo”
7 de Octubre, 2013
Durante el presente año
el país ha creado condiciones de vulnerabilidad que lo hacen más susceptible a
los impactos de un choque externo, no solo por haber reducido sus defensas
macroeconómicas sino también por incurrir en acciones que ponen en riesgo la
credibilidad de la política económica. Ante el ambiente de inminente
volatilidad que se avecina, el país podría ser bastante vulnerable frente a un
ataque especulativo que lo pondría en una situación crítica en materia
financiera.
La
historia demuestra que un país está más expuesto a ataques especulativos
mientras más desequilibrios tenga en su economía y mientras menos credibilidad
tenga su política económica. Por lo que la vulnerabilidad lo coloca como un
país más fácil de derribar. México, después de tantos años de disciplina
económica, anuncia por primera vez que va incurrir en desequilibrio fiscal, lo
cual implica aumentar su endeudamiento y dejar de lado por algunos años la
muchas veces “cacareada” disciplina fiscal.
A
pesar de que su nivel de endeudamiento continuará en rangos manejables, la
acción lo coloca fuera del grupo de los disciplinados ante los ojos de los
mercados internacionales. En un ambiente de volatilidad lo que el país está
haciendo es bajar sus defensas económicas. Si a ello le agregamos que el
desequilibrio externo fue de más de 14 mil millones de dólares el año pasado y
este año podría rebasar los 20 mil millones, entonces la vulnerabilidad del
país ante los choques externos se ha incrementado.
Por
otro lado, el país también ha aumentado su vulnerabilidad ante los movimientos
de capital. En primer lugar, ante el arribo masivo de inversiones especulativas
en los últimos años, el país aumentó sus niveles de deuda gubernamental en
manos de extranjeros, pasando de representar un 50% de las reservas
internacionales a finales del 2011 hasta poco menos de 85% en julio del
presente año. En segundo lugar, el país no tomó las previsiones necesarias en
términos de acumulación de reservas internacionales a niveles suficientes para
poder enfrentar su salida en el momento en que los inversionistas se retiren
del país. Si a la deuda gubernamental en manos extranjeras, se le suma las
inversiones colocadas en el mercado bursátil, las reservas de 170 mil millones
podrían ser barridas en cuestión de meses.
Asimismo,
el país podría estar arriesgando la credibilidad de su política económica,
tanto fiscal como monetaria. Cuesta mucho construir credibilidad y confianza,
pero toma muy poco perderlas. La credibilidad se pierde por tres razones:
cuando se promete más de lo que se puede cumplir, cuando no se cumple lo que se
promete, o bien cuando se hace lo contrario de lo que se dijo.
En
este sentido, el país parece estar incurriendo en estos tres problemas.
Primero, se prometió mucho y se promovieron expectativas exageradas con
respecto a los cambios estructurales, pero las propuestas de reformas se han
quedado chicas para el tamaño de lo prometido. Segundo, en materia fiscal, se
anunció a los cuatro vientos el compromiso de déficit cero, y a menos de un año
se dice que no solo no se va a cumplir sino que además se va a hacer lo
contrario: incurrir en desequilibrios en los primeros 4 años. Tercero, en
materia monetaria se dijo a principios del año que el recorte de tasas –primera
baja desde la recesión del 2009– no representaba el inicio de un ciclo de
bajas, seis meses después se hace lo contrario, se recorta la tasa una vez más
y existe la posibilidad de otra baja para antes de fin de año.
Obviamente,
existe la justificación de que las condiciones han cambiado y con ello las
decisiones de política. Sin embargo, el riesgo para la credibilidad en el
manejo de la política económica deriva de la falta de prudencia en el momento
del anuncio, ya que se promete lo que posiblemente no se pueda cumplir porque
el futuro siempre es cambiante. Ante este manejo de políticas, los mercados
bien podrían empezar a creer lo contrario de lo que las autoridades anuncian.
Lo cual puede complicar la efectividad de la política económica.
Ciertamente el país no
tiene el mismo grado de vulnerabilidad que detonó la crisis del 1995; sin
embargo, el aumento en los desequilibrios aunado a una pérdida de credibilidad
y descontento de los mercados son factores que podrían hacer que un ataque
especulativo colocara al país al borde de un tropiezo financiero y metiera a la
economía de regreso a una recesión.
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