Si México realmente quiere
reformarse, entonces debe dejar de lado los temores y resistencias al cambio,
pero las reformas tienen que darse en todos los niveles incluyendo a la
política macroeconómica. Así, tanto el mandato monetario doble debe dejar de
ser un tabú como también la regla fiscal estructural debe convertirse en
disciplina y mandato.
En este artículo
presentamos el análisis sobre el porqué un Mandato Moonetario Doble debe dejar
de ser un tabú en México y los beneficios que traería su implementación. A
continuación el artículo completo que fue originalmente publicado en Forbes-México*/
Un Mandato Monetario Dual Para México
“El mandato dual no atenta contra la independencia monetaria, más bien hace
a la política monetaria una verdadera promotora del bienestar social”
Alfredo Coutiño
1
de Diciembre, 2015
Si México realmente quiere
reformarse, entonces debe dejar de lado los temores y resistencias al cambio,
pero las reformas tienen que darse en todos los niveles incluyendo a la
política macroeconómica. Así, tanto el mandato monetario doble debe dejar de
ser un tabú como también la regla fiscal estructural debe convertirse en
disciplina y mandato.
Las resistencias
El mandato monetario doble
siempre ha enfrentado resistencia tanto de las autoridades como de algunos
analistas bajo tres argumentos, en términos generales. Primero porque se dice
que atenta contra la independencia de la política monetaria y por ende del
banco central. Segundo porque podría inducir a un descuido de la inflación en
aras de privilegiar el crecimiento. Tercero porque se arguye una aparente inconsistencia
entre manejar dos objetivos con un solo instrumento.
Sin embargo estos tres
argumentos en contra son bastante debatibles y muy endebles. En el primer caso,
la evidencia empírica demuestra que un mandato doble no resta independencia
monetaria; el segundo caso asume implícitamente que el instituto central
tendería a ser irresponsable; el tercer caso es rebatible a través de un
contra-argumento que lejos de contradecir refuerza el fin último de la política
monetaria.
En los últimos diez años ha habido
al menos un intento serio en el Congreso por debatir la posibilidad del mandato
monetario dual, pero no ha habido progreso precisamente por la resistencia
oficial. Dado que en los últimos tres años, la política monetaria ha actuado
implícitamente con un mandato doble, sería conveniente pedirle a los políticos
del Congreso evaluar la posibilidad de oficializar el mandato dual para poner a
la política monetaria al verdadero servicio de los mexicanos.
Prerequisitos
Además de que existe un buen número
de argumentos a favor del mandato doble, también se requiere de dos
prerequisitos o condiciones iniciales para su adopción y sobretodo para
maximizar los beneficios de su funcionamiento. La primera condición es que
exista una inflación permanentemente baja y estable. La segunda es que exista
corresponsabilidad de la política fiscal, lo cual se logra con la aplicación
responsable de la regla fiscal estructural.
Lograr una inflación “permanentemente baja” implica que la
inflación anual se mantiene aldedor de su tasa estructural por un periodo
prolongado de tiempo, la cual no necesariamente es el objetivo inflacionario
predeterminado por el banco central. Ya que la inflación estructural es aquella
que genuinamente representa la estructura del sistema de formación de precios
en la economía, más no la inflación deseada por el banco central y que en
muchos casos representa un objetivo popularmente aceptado.
Una “inflación estable” es aquella que reporta un coeficiente de
variabilidad reducido, generalmente con una varianza pequeña. Esto implica que
la tasa de inflación anual no presenta saltos o caídas significativas de un mes
a otro a lo largo de un periodo considerable de tiempo. Es decir, la inflación
se mantiene dentro de un rango de variabilidad acotado a lo largo del tiempo.
Afortunadamente, México ya ha
logrado una inflación que cumple con estas dos características del primer prerrequisito.
Sin embargo, le hace falta adoptar de manera seria y responsable el segundo
prerrequisito: la disciplina fiscal estructural, la cual hasta ahora solo se ha
quedado en el papel. El cumplimiento de la regla fiscal estructural es
indispensable para asegurar que el gobierno no va a utilizar la política fiscal
con fines políticos. Dado que tanto ingresos como gastos están claramente
predeterminados por el crecimiento potencial y el precio estructural del
petróleo, la regla fiscal evita así la manipulación de los estimados.
Así como la asignación del mandato
monetario es una responsabilidad exclusiva del Congreso, la regla fiscal estructural
también debería ser impuesta por el Congreso al gobierno mexicano. De esta
manera el país cumpliría cabalmente con los dos prerequisitos para adoptar el
mandato monetario dual de manera relativamente inmediata.
Argumentos a favor
El mandato monetario único
(anti-inflacionario) tiene al menos dos décadas de vigencia, ya que se
estableció como una necesidad en la época de las inflaciones persistentemente
altas de las décadas de los 80s y 90s, sobre todo en los países de economías
emergentes. El mandato inflacionario fue bastante exitoso tanto en reducir la
inflación como su volatilidad, ya que al ser acompañado de la independencia
monetaria –México la oficializó en 1994– se logró introducir cierta disciplina
en las finanzas públicas. Sin embargo, al haberse logrado ya una inflación
consistentemente baja y estable, el mandato único requiere modernizarse para
evitar que se convierta en una limitación seria al avance del largamente
pospuesto progreso económico. Por lo que una vez que el mandato anti-inflacionario
ha cumplido su función, es momento para que las reformas también lleguen a la
política monetaria para adaptarla a los nuevos tiempos.
Después de poco más de dos
décadas de independencia monetaria, México ha logrado domesticar a la
inflación. El país ha logrado ya una tasa de inflación baja y relativamente
estable, la cual ronda en la vecindad de entre 3 y 4 por ciento. La estructura
de formación de precios ha evolucionado y se han eliminado muchas rigideces que
perpetuaban la transmisión de choques. También ha cambiado el proceso de
formación de expectativas inflacionarias, reduciéndose el pernicioso componente
inercial heredado de los episodios inflacionarios del pasado. El efecto del
traspaso cambiario a los precios al consumidor también se ha reducido. La
canasta de precios regulados ha disminuido y algunos de ellos se determinan en
cierta medida por sus referencias internacionales. Más recientemente, la
competencia se ha incrementado en sectores fuertemente monopolizados en el
pasado. Por lo que ante una inflación más comportada, es tiempo de que la
política monetaria le dedique la misma atención al crecimiento.
Existe nula evidencia que
indica que la adopción de un mandato monetario doble haya resultado en una
pérdida de independencia monetaria, en casos en donde los dos prerequisitos se
han cumplido. De hecho, entre los bancos centrales con más tradición de
independencia están aquellos que gozan de un mandato doble (Estados Unidos y
Australia, entre otros). Argumentar que el mandato doble puede poner en riesgo
la autonomía monetaria solamente revela que el país no cuenta con un banco
central lo suficientemente independiente para enfrentar el desafio de la
modernización de su política monetaria. Un contra-argumento es que la Reserva
Federal de los Estados Unidos no es menos independiente que el Banxico solo por
tener un mandato doble, o viceversa. Así argumentar pérdida de independencia monetaria
solo refleja un temor infundado que no encuentra sustento empírico.
Un mandato monetario doble no
implica inconsistencia entre manejar dos objetivos con un mismo instrumento,
sino más bien significa asignarle al banco central el verdadero papel de
maximizador del bienestar social que es precisamente el fin último de la
política económica. Como en todo problema económico, en el fondo el papel de un
banco central a través del uso de la política monetaria debe ser el de resolver
un problema de optimización matemática entre maximizar un objetivo sujeto a una
restricción. Es decir, el mandato monetario doble implica “lograr el máximo crecimiento económico sujeto al mínimo de inflación”,
o viceversa, “minimizar la inflación
sujeto a la restricción de maximizar el crecimiento”. Así de sencillo, ni
hay inconsistencia ni implica renunciar o descuidar el objetivo de inflación,
mucho menos significa pérdida de independencia monetaria. Por el contrario, el
mandato doble le daría a la política monetaria el verdadero papel de servir a
los mexicanos a través de maximizar el bienestar social.
Otro argumento a favor es que
la evidencia empírica sugiere que un país se beneficia más a medida que sus
políticas económicas están más sincronizadas. Por el contrario, el país
enfrenta un costo mayor cuando las políticas fiscal y monetaria caminan en
sentido opuesto. Existe un tradicional conflicto de intereses entre la política
fiscal y la monetaria de mandato único,
ya que mientras la primera se enfoca a promover el crecimiento y se le exige
contribuir a la estabilidad de precios, a la política monetaria uniobjetivo
solo se le exige cuidar de la inflación. Por lo que en aras de resolver
estructuralmente este conflicto, y contribuir a la maximización del bienestar para
la sociedad, a la política monetaria también se le debe asignar el mandato del
crecimiento junto al de la inflación.
Ultimadamente, en la práctica
la política monetaria de los últimos tres años ha funcionado implícitamente con
un mandato doble en donde las decisiones monetarias se han tomado dándole un
papel relevante al crecimiento económico. Los recortes de la tasa de interés
por 150 puntos base que se dieron desde el 2013 siempre tuvieron como una
referencia el bajo crecimiento y la debilidad de la demanda interna. Incluso al
interior de la Junta de Gobierno del banco central se discutía el dilema que
enfrentaba el manejo monetario entre inflación y crecimiento, como lo establecían
las minutas monetarias. En este sentido, continuar defendiendo el mandato único
cuando en la práctica se ejerce uno doble, es totalmente inconsistente.
Por último es necesario
recordar, que el mandato monetario es constitucional. Es decir, su asignación
es responsabilidad exclusiva de los políticos en el Congreso, no del ejecutivo
ni de los funcionarios del banco central. Por lo que son los políticos los que
deben reformar a la política monetaria a través de asignarle el mandato dual.
De la misma manera, es el Congreso el que debe elevar a mandato constitucional la
aplicación de la regla fiscal estructural.
Una contribución para el debate y desmistificación del tema.
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